Comentario sobre el cuento Eros y Psique de Apuleyo.
En El Asno de Oro de Apuleyo (s.II d.C.), Lucio, el protagonista, al interesarse por la magia se ve convertido en asno y después de una serie de aventuras experimenta una transformación y es iniciado en los misterios de Isis y Osiris.
En medio del cuento y en una situación precaria en la que Lucio ha sido raptado por unos ladrones una anciana mujer, con la intención de calmar a Lucio y a otra joven que también ha sido raptada, les relata la historia de Eros y Psique.
Psique era una muchacha tan bella que despertó los celos de Venus y el miedo de sus posibles pretendientes. Ante el conflicto que suponía la excesiva belleza de Psique, Apolo propuso a sus padres que la dejaran sobre una montaña donde sería entregada a un monstruo, pero cuando Eros, que había sido encargado de inflamar el amor entre Psique y el monstruo, se hirió en un descuido con sus propias flechas, se enamoró de Psique y se la llevó a su palacio.
Eros y Psique se entregaron a su amor con la condición de que ella nunca podría verle la cara, pero como el palacio de Eros era un lugar mágico y manos invisibles atendían todas las necesidades, Psique podía dedicarse a disfrutar de sus paseos por los jardines y de sus encuentros con Eros.
Eros aceptó un día que las hermanas de Psique la visitaran y éstas, al ver la idílica vida de Psique, se llenaron de envidia y la dejaron llena de dudas sobre el posible aspecto de su amado. Psique se dejó convencer y decidió descubrir la cara de Eros así que por la noche, mientras él dormía, encendió una lámpara y descubrió que su amado era un hermoso joven, pero una gota del aceite de la lámpara cayó sobre el cuerpo de Eros que al despertar dolorido y descubrir la traición expulsó a Psique de su palacio.
Psique, desesperada y embarazada de Eros, decidió acudir al palacio de Afrodita, su suegra, que aceptó ayudar a Psique a cambio de que ésta cumpliera con una serie de duras pruebas.
Esta historia alimentará con el tiempo cuentos como la Bella y la Bestia, la Cenicienta, La Bella Durmiente o Blancanieves y perpetuará así su carácter iniciático respecto al autoconocimiento, el aprendizaje de la madurez y la individuación.
Eros
En los mitos órficos Eros era Fanes, el primer ser nacido del huevo cósmico, un ser único y completo en sí mismo, una divinidad andrógina que dio nacimiento al tiempo y a todos los seres. Más adelante, en la época de los dioses olímpicos, Eros se convirtió en el hijo de Ares y Afrodita y representaba el poder de atracción y seducción. Eros es otro aspecto de Hermes/Mercurio, un intermediario entre consciente e inconsciente que nos enfrenta con la verdad interna para eliminar agregados mentales y emocionales y crear nuestra madurez y conciencia individual.
Eros obliga a despertar del sueño y a percibir otras versiones de la realidad, a descubrir aspectos desconocidos de nuestra realidad íntima y a reconocer esos sentimientos de carencia que nos llevan a buscar fuera lo que en realidad está dentro.
Psique
Psique representa a la psique individual que inicia su camino de autodescubrimiento e iniciación para conocer su esencia, su ser real más allá del orgullo y de los diferentes personajes del ego. Psique descubre y se enamora de Eros, el arquetipo del deseo y la atracción que nos lleva más allá y nos introduce en el viaje heroico del autoconocimiento hacia la unión de los opuestos internos y la creación del ser completo.
El cuento de Eros y Psique nos describe el estado idílico de los comienzos de algo que nos llena de ilusión y emoción, cuando el viaje es todavía excitante y maravilloso. Continúa con el descenso a los infiernos que supone el descubrimiento de la realidad de aquello en lo que habíamos puesto toda nuestra energía. Psique despierta a través de su inquietud, su curiosidad, sus miedos, su desconfianza o impaciencia, de su orgullo y deseo de libertad, su necesidad de conocer, y esto supone un aterrizaje que sabotea la ilusión, pero esa es la clave, aquí comienza su viaje heroico, cuando se hace preguntas y no acepta imposiciones externas aunque lo sean en aras del amor, de riquezas y comodidades.
Cuando reprimimos nuestros deseos de conocer y comprender, reprimimos la esencia misma de nuestra psique, porque nuestra psique nos pide Ser más allá de cuentos y engaños, más allá de condicionamientos sociales y familiares. Ser nace de un viaje iniciático, de una búsqueda de conocimiento y de una transformación.
Ambos aspectos internos, Eros y Psique, tienen que superar la prueba que supone madurar. Psique, como el ser íntimo necesita descubrirse, reconocerse, valorarse y tomar sus propias decisiones. Eros como el impulso creador, el daimon, tiene que romper las dependencias respecto a su origen y su cultura, con las tradiciones, y aceptar ser quien es, libre e independiente para elegir y crear su propia vida.
Las hermanas murmuradoras representan esas parcelas de nuestra psique que nos acucian de dudas e inquietud ante cualquier experiencia que nos apasiona. Antes o después, en cualquier situación, la realidad se impone y el acto creativo reclama realidad y responsabilidad, esfuerzo y continuidad, compromiso y consciencia. Reclama su tiempo para descubrirse, ser investigado, experimentado y lanzado hasta sus últimas consecuencias para poder alcanzar la realización que esconde.
Las pruebas de Psique
Como nos cuenta Marie – Louise von Franz en El Asno de Oro –Interpretación de un Cuento: «Podemos interpretar a Psique como una figura de la psique colectiva.» Desde esa perspectiva nos propone ver en cada prueba las actividades necesarias de cualquier proceso de maduración.
La primera prueba
Entre las pruebas que le impone Venus a Psique en la primera tiene que separar los diferentes granos de un montón en el que están todos mezclados y en esta tarea la ayudan las hormigas. Ordenar el grano es metáfora de ordenar la confusión interior. La función del inconsciente, aunque parezca caótico y desordenado, es también ordenar el desorden, solo hay que darle tiempo. Esa es la función del sueño, de la meditación, del reposo y la convalecencia, del silencio. Es esencial la lealtad, la confianza y la fidelidad interna para dejar que esa parte del inconsciente actúe y restaure el orden interno.
La segunda prueba
Psique tiene que ir a un bosque donde pacen rebaños de ovejas doradas y llevar a Venus un copo de su lana. Psique ve imposible realizar la prueba y piensa que lo mejor es tirarse al agua y acabar con todo, pero un junco de la orilla le pide que no lo haga y le aconseja sobre la mejor forma de acercarse a las ovejas para que no la ataquen y poder recoger así la lana. El junco representa la sabiduría del instinto, esa intuición innata que nace en el inconsciente. Psique tiene que esperar a que caiga el sol, ya que el sol excita a los carneros. Esta escena nos recuerda que de una fuerte emoción podemos obtener una revelación siempre que sepamos esperar a que pase la intensidad inicial.
La tercera prueba
Venus envía a Psique a recoger las aguas de una fuente guardada por terribles dragones en una alta montaña. Cuando Psique llega al lugar queda bloqueada ante la tremenda tarea, pero en ese momento aparece el águila real de Júpiter y recoge el agua para ella. El águila simboliza la luz, la claridad de la mente que despeja la oscuridad, la conciencia. Como ave de Júpiter simboliza la tormenta y el rayo que ilumina la oscuridad, la revelación y la comprensión súbita. El águila ve desde arriba todo el paisaje y Psique aprende a alejarse y elevarse para ver con más claridad las situaciones.
Las pruebas finales
Venus enfadada manda a Psique al infierno a pedirle a Proserpina que ponga en una cajita una parte de su belleza. La joven está agotada y decide quitarse la vida tirándose desde una torre, pero la torre la convence para que no se tire y le explica la mejor forma de entrar en el Tártaro y volver a salir.
Se trata de llevar dos bolas de harina cubiertas de vino mezclado con miel, una en cada mano, y dos monedas en la boca. La torre le recomienda no parar cuando vea un asno cojo y a un hombre también cojo que le pedirán ayuda, deberá seguir sin hacerles caso y llegar al río de los muertos, donde Caronte la cruzará con su barca a cambio de una de las monedas que lleva en la boca. También le aconseja no ayudar a un viejo que le pedirá subir con ella a la barca de Caronte.
Al llegar al otro lado encontrará unas tejedoras que le pedirán también ayuda y a las que tampoco debe hacer caso, porque no debe hacer nada para que no se le caigan las bolas de harina que lleva en cada mano y que le servirán para pasar delante del perro de tres cabezas que protege las puertas del Tártaro.
Proserpina la recibirá amable y pondrá en su cajita un trozo de su belleza, pero la torre le aconseja comer solo un trozo de pan y no probar los manjares que Proserpina le ofrezca. Luego podrá salir del Tártaro dando al perro la otra bola de harina y a Caronte la otra moneda para que le cruce el río, pero sobre todo la torre le aconseja no abrir la cajita.
Psique realiza todo lo que la torre le ha dicho, pero cuando sale del Tártaro cae en la tentación de abrir la cajita y utilizar el secreto de belleza que tiene dentro, “desde luego soy tonta llevando esta belleza divina de la que no puedo extraer siquiera una ínfima parte. Así podría yo complacer a mi amante tan apuesto.” Eros y Psique- Apuleyo, en Atalanta.
Psique abre la cajita y en ese instante cae en un profundo sueño.
Eros escapa de la habitación donde lo tiene encerrado su madre y vuela hasta donde está Psique. Al verla dormida, Eros la despierta con un beso y la lleva con él al Olimpo, donde le pide a Zeus que los case y entrar en el mundo de los inmortales.

François Gérard
En su viaje al Tártaro Psique ha aprendido a tener claras sus metas, a no distraerse de su camino al enredarse en los caminos de los demás, a no perder lo que tiene en las manos y en la boca, las dos bolas de harina y las monedas que la ayudarán a entrar y salir del Tártaro. A no despistarse de su camino ni detenerse en placeres que no le corresponden, pero cuando ha superado todas las tentaciones vuelve a cometer el mismo error del principio y cae otra vez en la tentación de la curiosidad, ahora alimentada por el deseo de obtener la misma belleza de las diosas.
Como en la mayoría de los cuentos, su desobediencia se transforma en la Félix culpa, el error que la ayuda a reconocerse y aceptarse y al despertar de la consciencia.
- Se trata de entregarse a la búsqueda de respuestas, de confiarse al sueño y la meditación que nos ayudan a ordenar el caos.
- De esperar con paciencia a que pase la intensidad emocional que puede llevarnos a actuar de forma impulsiva y equivocada.
- De elevarse sobre las situaciones para verlas con perspectiva.
- De aprender a identificar las propias metas.
- De no enredarse en asuntos ajenos que nos alejen de nuestro camino y nos roben energía.
- De no infravalorar y desperdiciar nuestras habilidades.
- De valorar los bienes y herramientas que nos ayudan a alcanzar nuestro propósito.
- De no entretenernos en placeres que no nos corresponden.
- De estar centrados y concentrados en nuestro objetivo.
- De reconocer y aceptar nuestros errores, recuperar la ilusión para recorrer con emoción nuestro camino elegido y valorar la madurez, la consciencia y la sabiduría que alcanzamos al recorrerlo.