Ariadna y Dionisos

Baco y Ariadna. Tiziano. 1520-1523. The National Gallery - Londres.

ARIADNA

Ariadna era una diosa ancestral, hija de la Tierra y el Cielo estrellado, que representaba el aspecto oscuro de la diosa Luna, la Luna Nueva, el cielo sin Luna en el que reina la Vía Láctea, el camino de las estrellas, el Hilo de Ariadna.

«Laberíntico como la vida debió de parecer a los marineros de Creta el mar nocturno, sin rumbo porque sobre él se trazaban infinitos rumbos posibles: lo único que les ofrecía una vía de salida era la contemplación de las estrellas, la lectura exacta del hilo de Ariadna, la Luminosa, que las constelaciones dibujaban en el cielo mostrándoles un mapa de referencia, el código de la diferencia entre realidad y engaño».

Un hilo de Ariadna para el lector español. Introducción de Corrado Bologna en el libro: En el laberinto, de Karl Kerényi – Siruela.

Ariadna era una de las diosas del cielo que en la historia del laberinto cretense participa en un drama familiar muy bien diseñado para ridiculizar y poner en cuestión una cultura que, como la cretense, disfrutaba de los rituales de la diosa, de la libertad de sus mujeres, de los placeres de su clima, de su posición en el Mediterráneo y de las riquezas que le proporcionaba el comercio.

La diosa convertida en mujer mortal es seducida y abandonada, es rebajada por el nuevo orden encarnado en la figura de Teseo, el aspirante a héroe. Y es dormida en la playa, como una Bella Durmiente, donde Dionisos la encuentra y se enamora de ella.

Ariadne. John William Waterhouse. 1849 – 1917.
Ariadne. John William Waterhouse. 1849 – 1917.

Pero Ariadna era en realidad la Señora del Laberinto, una diosa ancestral como Dionisos, y su compañera y amante.

Unos pasos hacia delante, unos pasos hacia atrás, un salto con la pierna en ángulo recto y la fila de danzantes avanza lentamente a la luz de las antorchas. Sólo se oye un golpeteo rítmico, las respiraciones acompasadas de los danzantes y el roce de sus pies desnudos sobre la piedra. Avanzan despacio, enlazados a la larga cuerda que los mantiene unidos mientras dibujan la sagrada danza de la espiral. En el centro, una muchacha sostiene el cabo de la cuerda y luce una corona de velas encendidas, encarna a Ariadna, Aridela «la Clarísima», la que lleva la corona de estrellas e ilumina las noches sin Luna.

Ariadna era la purísima o Aridela la clarísima, la diosa del cielo que guiaba a los navegantes, y Dionisos era el antiguo dios de la vegetación, el hijo de la Diosa Madre que representaba a la semilla y que se convertirá en el dios del vino, del teatro y de las mujeres.

En la mitología nórdica la diosa del laberinto era Nerthus, que viajaba en un carro tirado por toros blancos y se asociaba a los laberintos de piedras llamados Trojeborg, en los que se realizaban los rituales de fertilidad de la primavera.

El carro era asociado a la diosa madre y a sus rituales en muchas culturas. Los encontramos en la peregrinación al Rocío de Huelva, en la que los carros y carretas engalanados forman parte esencial de la fiesta. La rueda fue uno de los importantes descubrimientos del Neolítico y estaba asociada a diosas madres como Cibeles.

Hay una relación entre el carro y el laberinto, el hilo conductor de la Diosa de la Tierra y del Cielo. Una misma Madre Rea, Cibeles, Deméter, que enseñó a cultivar la tierra, a domesticar animales, a conservar el fuego, a fabricar utensilios de cerámica y a tejer.

Hécate era otra Señora del Laberinto, una diosa triple que en su fase de Luna Nueva viajaba al mundo subterráneo para renacer días después en la Luna Creciente. Era la Señora de las Encrucijadas, en las que hacía de guía y protectora con su antorcha, su llave y la sabiduría simbolizada por su serpiente.

En la Grecia antigua, Artemisa Potnia Theron era la Señora de los Animales, a la que veneraban los cretenses como Señora del Laberinto. De sus entrañas extraían sus materias primas los herreros y constructores.

La hilandera – John William Waterhouse. 1849 – 1917.

¿CUAL ES EL HILO DE ARIADNA, ARIADNE, ARIDELA, ARTEMISA, HÉCTAE, CIBELES?

La cuerda que guía la danza espiral, la danza de las grullas, el ovillo que cada uno devana para tejer el tapiz de su propia historia, el hilo que nos mantiene en el presente, en el paso consciente, en la verdad del ser.

El hilo de la luna en el cielo con sus fases entre luz y oscuridad, el hilo de las estrellas y las constelaciones, el hilo del zodiaco, el camino solar, brújula celeste, linterna mágica.  Dirección, recorrido y propósito.

La intuición que ayuda a encontrar las entradas y las salidas, a elegir en las encrucijadas, a reconocer las cualidades de los tiempos y los espacios, a enfocar la realidad con perspectiva y encontrar alternativas.

DIONISOS

Dionisos era un dios antiguo relacionado con los cultos de las diosas y con la isla de Creta. Uno de los hijos de la diosa Luna que representaba la fertilidad de la naturaleza y era conocido como el «Toro con cuernos».

En el nuevo relato olímpico Dionisos era hijo de Sémele, un antiguo aspecto de Selene, la diosa Luna, que aparece como una mujer mortal seducida por Zeus. Hera, la esposa de Zeus, llena de celos lanzó a los Titanes para que descuartizaran al niño. Pero Zeus logró recuperar su corazón palpitante y lo introdujo en su muslo para devolverlo a la vida. Para protegerlo fue transformado en cabritillo y alimentado por un grupo de ninfas que se convertirán después en las Ménades.

Dionisos era el dos veces nacido, un dios de la agricultura que en otros relatos aparece como el hijo de Deméter, la diosa del cereal, que se especializó en enseñar a los humanos el cultivo de la vid  y la elaboración del vino.  

Detalle de una crátera con la representación de Dioniso y Ariadna. Museo del Louvre de París (400-375 a. C.) Dominio público. Jastrow – Wikimedia commons.

Como hijo de la Luna, Dionisos era un dios triple: era el Toro Blanco, como la Luna llena, que con sus cuernos representaba las fases creciente y menguante, y el Minotauro en las cavernas del laberinto, el reino de la muerte, donde representaba a la Luna Nueva y la noche oscura.

En sus rituales se usaban máscaras y disfraces de animales, se tocaban instrumentos de música, se recitaban cantos poéticos y se danzaba en el éxtasis alcohólico. 

La juventud de Baco, pintura de William-Adolphe Bouguereau (1884). Erik Cornelius / Museo Nacional (Estocolmo). Dominio público, Wikimedia commons.
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