El laberinto de Creta

Acróbatas cretenses. Fresco del palacio de Knossos.
Acróbatas cretenses. Fresco del palacio de Knossos. Creta 1500 a.C. Museo Arqueológico.

La historia más conocida asociada a los laberintos es la del Minotauro y el laberinto de Creta. Una historia truculenta y llena de morbo sobre un rey tirano, una reina lasciva y un secreto terrible encarnado en el Minotauro. En esta historia aparece Ariadna con su madeja de hilo; Teseo, un héroe arribista; y Dionisos, un dios ancestral.

Siempre me han atraído las mitologías antiguas porque contienen mucha información sobre la estructura de la psique colectiva y sobre el nacimiento de las creencias y las costumbres sociales.

Creo que la historia del Minotauro y el hilo de Ariadna es uno de esos mitos fundacionales que revisan y transforman antiguos paradigmas culturales para actualizarlos a nuevos intereses.

Entre los años 3000 y 1600 a.C. se desarrolló en la isla de Creta la cultura minoica. Sus rituales estacionales giraban entorno al culto de la Gran Diosa con los animales asociados a ella, las abejas, las serpientes, las aves y los toros. Su sociedad no había sido contaminada todavía por el nuevo sistema patriarcal y mujeres y hombres compartían la vida y participaban en los rituales, en los que se realizaban saltos acrobáticos sobre toros y danzas en espiral que representaban los ciclos de la vida.

«Como Platón expone: “la totalidad de la vida estaba impregnada de una fe ardiente en la diosa Naturaleza, fuente de toda creación y armonía.” En Creta, por última vez en la historia registrada, parece reinar un espíritu de armonía entre mujeres y hombres como gozosos copartícipes de la vida».

Riane Eisler – El cáliz y la espada: nuestra historia, nuestro futuro.

El «fresco de la procesión» del Palacio de Cnosos. Museo Arqueológico de Heraklion. Creta. Fuente: Palacio de Cnosos.

La cultura cretense adoraba a la Diosa y honraba al Toro como su animal sagrado, símbolo de la fertilidad de la naturaleza, de potencia sexual y de la Luna creciente. Pero Creta y todos los pueblos del Mediterráneo entraron en una época oscura que comenzó alrededor del año 1628 a.C. con la erupción del volcán de la isla de Thera, hoy Santorini, que produjo un maremoto, varios terremotos y una lluvia de cenizas que asoló esa zona del Mediterráneo.

A la crisis del volcán se asoció la caída del comercio, una de las principales fuentes de riqueza de la isla, y comenzaron los ataques de los llamados pueblos del mar. Esto facilitó la entrada de los aqueos y la cultura micénica con sus héroes guerreros y más adelante de los dorios, que acabaron con la anterior cultura minoica.  

A pesar de que no ha sido encontrado en Creta ningún laberinto, en el palacio de Knossos se encontraron monedas, de alrededor el siglo III a.C., con el símbolo del laberinto. Es posible que ya se contara y fuera famosa la historia del laberinto.

“El laberinto era el lugar sagrado donde se celebraban los misterios de la Diosa, su templo iniciático, y es posible que la figura del laberinto clásico representara una danza, la danza de los ciclos, del sol y de la luna, la danza de las grullas con sus viajes estacionales».

LA HISTORIA

Minos, el rey de Creta, navegaba con su flota cuando se desató una terrible tormenta. Al borde del naufragio, Minos pidió ayuda a Poseidón, el dios de los mares, que apaciguó la tempestad a cambio de que el rey sacrificara en su honor al primer animal que apareciera en las costas de la isla.

Un día apareció en las playas de Creta un hermoso toro blanco y el rey supo que era el animal enviado por Poseidón, pero fascinado por su belleza sacrificó a otro toro menos valioso y guardó en sus establos al toro blanco para que sirviera como semental. Para castigar al rey, Poseidón hizo que Pasifae, su esposa y reina, se enamorara del toro blanco.

Obsesionada con el toro, Pasifae pidió ayuda a Dédalo, el ingeniero de palacio, y éste le diseñó una vaca de madera en la que podía introducirse para atraer al toro. De esta forma la reina sació su deseo, pero quedó embarazada. Cuando el niño nació resultó ser un monstruo de cuerpo humano y cabeza de toro que espantó a la corte. Para ocultar su vergüenza, el rey pidió a Dédalo que construyera un laberinto en el que encerrar al Minotauro, pero éste escapaba en cuanto podía y devoraba a quienes encontraba a su paso, por lo que fue necesario acallar sus bramidos y someterlo a cambio de un sacrificio periódico de carne humana.

En ese tiempo el príncipe Andrógeno, hijo del rey Minos, fue a Atenas para participar en los juegos de Atenea y les ganó a todos, lo que incendió los celos de Egeo, el rey de Atenas, que planeó acabar con él incitándolo a buscar y matar a un enorme toro que tenía asolada la región de Maratón. El mismo toro que sedujo a Pasifae y que se había escapado de los establos de Minos.

Andrógeno aceptó el reto, pero fue arroyado por el salvaje toro y murió, con lo que el rey Minos decidió enviar su ejército contra la ciudad de Atenas.

Al ver la potencia del ejército cretense y ante una segura derrota, Egeo aceptó un acuerdo con Minos. El trato consistía en que Atenas entregaría cada nueve años a Creta siete muchachos y siete doncellas para ser devorados por el Minotauro.

El terrible acuerdo atormentaba al rey Egeo, así que Teseo, el hijo del rey, le propuso ir a Creta como uno más entre los catorce jóvenes y una vez dentro del laberinto luchar con el monstruo hasta matarlo.  

El rey Egeo aceptó la propuesta y Teseo se embarcó hacia Creta. Una vez allí y durante los rituales previos al sacrificio, la princesa Ariadna, hija de Minos y Pasifae, conoció a Teseo y se enamoró de él.

Teseo, que necesitaba toda la ayuda posible, sedujo a Ariadna prometiéndole llevarla a Atenas y casarse con ella si conseguía matar al Minotauro, con lo que la princesa le entregó una madeja de hilo que le permitiría salir del laberinto después de matar al monstruo.

Teseo entró en el laberinto con los demás jóvenes y fue desenredando la madeja conforme avanzaba por los oscuros pasillos. Cuando apareció el monstruo luchó con él y logró vencerlo. Después, gracias a la madeja de hilo, encontró el camino de vuelta y todos salieron sanos y salvos del laberinto.

Ariadna y Teseo embarcaron a escondidas en dirección a Atenas, pero cuando atracaron en la isla de Naxos para reponer agua y alimentos, Teseo, que no pensaba casarse con Ariadna, decidió abandonarla en la playa mientras dormía.

Dionisos pasó por allí y al verla se enamoró de ella, pero al despertar de su sueño, Ariadna se sintió humillada por el abandono de Teseo y no quiso nada con Dionisos, con lo que éste lanzó su corona al cielo y la transformó en la constelación de la Corona Boreal. Al ver el prodigio Ariadna se enamoró de Dionisos y juntos celebraron una gran fiesta de bodas.

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